domingo, 26 de agosto de 2012





Capitulo 01

Londres 1818


- ¡Maldición! Por que rayos no se mueve –lord Blackmoon, o Black como le decían se removió inquieto dentro del carruaje.

-Algo tiene que haber sucedido, quizás deberíamos ir a ver, tal ves podamos ayudar –dijo con una sonrisa indolente Peter.

 Su hermano pequeño y heredero al Ducado de Blackmoon lo había arrastrado por todo Londres para conseguir un condenado par de botas. Suspiro. Había salido esa mañana de su casa, pensando que pasaría una tranquila mañana en White`s bebiendo una copa de oporto y discutiendo con los demás Lores, las nuevas reformas en lo referente a Napoleón, pero cuando se encontraba en la puerta Peter lo había cazado y le había rogado que lo acompañara a comprar un par de botas. Después de una hora de recorrer medio Londres estaban aquí atrapados entre un mar de carruajes y apunto de morir sofocados.

- maldición esta bien iré a ver que rayos sucede, tu quédate aquí. –dijo Black.

Suspirando abrió la puerta del coche y con una maldición salio haber que pasaba.

-intenta no hablar así –dijo Peter- tal vez sea alguna damisela en peligro.

-esperemos que al menos sea guapa y no alguna bruja escupe fuego –dijo Black irónicamente.- o peor… -digo fingiendo terror- ¡una debutante!

Riendo se dirigió hacia el grupo de personas reunidas un poco mas adelante, murmullos y frases de conversaciones escuchaba el duque, aunque aun así no entendía nada.

- …. Una princesa. –dijo una dandi embobado.

- … un ángel caído del cielo. -.dijo otro joven.

El duque arqueando una ceja y con la curiosidad picada se abrió paso a través de la gente.

-… es una verdadera fiera.-dijo uno de los presentes.

- … una mujer no debería armar semejante escándalo –dijo una gorda matrona- si mi hija hiciera algo así me daría un verdadero ataque.

- … pero quien se cree que es –dijo un caballero mayor de aspecto severo.- que joven mas impertinente.

Cuando el duque por fin pudo llegar a la primera fila observo como un oficial miraba con ferocidad hacia el frente mientras tenia cogida a una niña tomada de un brazo y por como lloraba la pequeña, debería dolerle mucho, el Duque frunciendo el ceño se adelanto un paso para rescatar a la niña cuando una voz lo detuvo.

- le he dicho que deje a esa niña – dijo una voz femenina.

Cuando el Duque se giro a mirarla, sintió como si le hubiesen dado un puñetazo en el estomago. Frente a él tenia a la joven más bella que había visto, tenía un rostro en forma de corazón y unos brillantes rizos negros enmarcaban unos labios llenos y rojos como la sangre, una nariz pequeña y aristocrática, y unos magníficos ojos grises enmarcados por unas pestañas largas y espesas, y su piel… su piel era blanca como la porcelana… y si no se equivocaba debería ser suave como la seda.

- y quien se cree usted para venir a mí a decirme lo que hago o no hago… solo es una mujer –el oficial lanzo una carcajada burlona seguida por muchos mas.

La hermosa joven entrecerró los ojos, su miraba habría hecho caer de rodillas al mismísimo napoleón pidiendo clemencia por su vida sin duda.

- yo –dijo irguiéndose mas y lanzándole una mirara de desden al soldado- soy lady Ginny Phoenix, duquesa de Revier. Y le ordeno que suelte a esa niña. ¡AHORA!

El soldado palideció, y un murmullo se extendió por entre los comensales que presenciaban la disputa.

-yo…lo…siento mucho Excelencia –el soldado soltó a la niña que corrió a refugiarse detrás de lady Ginny.

Lady Ginny Phoenix por fin había vuelto a Londres, pensó el duque.

-creo. – Dijo el duque con frialdad- que su gracia necesita una disculpa.

El soldado lo miro y de ser posible palideció aun mas, mientras tanto lady Ginny lo miro con curiosidad, el duque arqueo una ceja interrogante y ella sonrío.

-le pido mis mas sinceras disculpa – dijo el soldado- pero la niña me robo un reloj de oro es por eso que la tenia retenida su gracia.

Lady Ginny fijo su atención en el soldado.

-eso no es excusa para abusar de una niña – dijo lady Ginny con frialdad, luego dándose una vuelta miro a la niña y se agacho. – dime pequeña tienes el reloj, si es así tendrás que entregármelo para devolvérselo al soldado –dijo suavemente lady Ginny.

La niña con una mirada llena de culpabilidad metió su sucia manita en el bolsillo de su vestido raido y saco un reloj que le entrego a la duquesa.

-bien –dijo lady Ginny – robar es malo pequeña y es un crimen que se paga con el destierro incluso con la horca, a si que dime por que lo robaste y donde están tus padres.

-están muertos – respondió en un susurro la pequeña- y tengo mucha hambre, yo solo quería comer algo yo… no quería robarlo. Los ojos de la niña se llenaron de lágrimas.

La duquesa miro un momento mas a la pequeña, luego emitiendo un suspiro se levanto camino hacia el soldado y le entrego su reloj.

-espero soldado que no vuelva a maltratar a ninguna persona otra ves –dijo lady Ginny- ya puede retirarse.

El soldado salio como una exhalación y desapareció.

-muchas gracias –dijo lady Ginny dirigiéndose a el y extendiendo una mano enguantada dijo- lady Ginny Phoenix un gusto milord…

-Blackmoon –dijo automáticamente- Ethan Sinclair Wichbut, duque de Blackmoon, un placer milady –dije cogiendo su mano y depositando un beso en sus nudillos.

Ella sonrío, una sonrisa que quitaba el aliento, ella sonreía con sinceridad, cosa rara en Londres.

-milord gracias otra ves por su ayuda, fue usted muy amable. –dijo lady Ginny.

-realmente usted se defiende muy bien milady, pero a sido un placer ayudarla.-dijo el duque, de pronto se dio cuenta de que la gente los miraba, lady Ginny siguió su mirada y frunció el ceño y toda la gente comenzó a dispersarse.
***
En fin, pensó Ginny, su regreso a Londres había empezado de manera inesperada, después de 5 años de vivir alejada de su hogar, por fin había vuelto y lo primero que hacia era ponerse a discutir con un soldado con aires de grandeza, su abuela se iba a molestar mucho eso era seguro, pero no podía dejar que un soldado maltratada a una criatura que lo único que quería era comer algo, si tan solo la dejaran ocupar su puesto en el parlamento podría hacer algo, pero las mujeres no podían. Condenados hombres y sus reglas, para espiar era la indicada, había tenido a Napoleón comiendo de su mano, reyes y príncipes caían rendido a sus pies con solo una de sus sonrisas pero al parlamento eso no le importaba, no claro que no para ellos solo era una mujer de rostro bello, de la cual nadie podría sospechar jamás. Al fin y al cabo quien creería que ella era la rosa, la espía mas buscada, tanto en Francia con en Inglaterra ya que nadie sabia para quien trabajaba realmente… aunque ahora que lo pensaba, después de el último trabajo que hizo seria obvio que todos se darían cuenta hacia donde se dirigía su lealtad. No pudo evitar sonreir ante el recuerdo de esos tres lores

Siempre había sido fiel a Inglaterra, aunque los franceses pensara que trabajaba para ellos, crédulos franceses jamás se imaginaron que su “bella ángel” trabajaba en contra de ellos, se pavoneaban pensando que tenia a una inglesa de su lado, napoleón habría dado su mano derecha afirmando que era fiel a su causa, ja, que arrogantes eran en verdad.

-se encuentra bien querida –pregunto el duque.

Parpadeo un tanto confundida por haber sido sacada de sus pensamientos, Dios que guapo era.

- o si muy bien gracias, solo pensaba que mi regreso a Londres ha sido un tanto… problemático –lanzo una suave risita- mi abuela pedirá mi cabeza cuando se entere.

Aunque no me arrepiento, pensó recorriendo al duque con una mirada evaluativa, el era realmente guapísimo de una manera… muy perversa, debía de medir un metro ochenta tal ves un poco mas, tenia unos hombros anchos y musculosos, estomago plano y estrechas caderas, y unos muslos firmes. Levanto la vista hacia su rostro, y una lenta sonrisa seductora curvó sus delgados labios. Rayos la pillo in fraganti, aunque claro esa no la detuvo, era moreno, no como todos esos ingleses cenicientos. Tenia unos ojos negros como el carbón, unas poblabas cejas, y una barbilla firme, el era la envidia de cualquier dios griego sin duda.

-dígame milady –sus vos sonó mas ronca- le gusta lo que ve.

-aceptable – dijo con una sonrisa seductora

-solo aceptable. –dijo poniéndose una mano en el corazón de manera dramática. –que golpe mas certero me ha dado usted milady, la verdad es que estoy desolado.

- le aseguro milord que no fue mi intención ofenderle –dijo dedicándole una sonrisa irónica, las campanas de las doce sonaron en Londres – milord fue un placer conocerlo pero ya me tengo que ir, además mi carruaje obstaculiza la calle, espero verlo muy pronto milord.

- estaré contando los minutos milady –dijo el duque.

Haciendo una reverencia lady Ginny camino hacia su coche con la pequeña de la mano.

- a Phoenix hause, Hubert -dijo al cochero.

-enseguida excelencia –contesto el cochero, y chasqueando la lengua el carruaje se puso en movimiento.

***

- podrías por lo menos cerrar la boca, te podría entrar un mosca y ahogarte y la verdad hermanito es que no tengo ningún interés en ser duque –dijo Peter detrás de Black.

-no tengo la boca abierta –dijo Black, cerrando la boca luego.

-claro lo que tu digas, ahora… se puede saber ¿que es lo que miras? -pregunto Peter.

- mi futuro Peter, eso es lo que miro… -dijo Black- ahora será mejor que no vallamos, tengo que ir a White`s.

-mmm lo que tu digas –dijo Peter siguiéndolo al coche.

<<Lady Ginny… era la criatura más bella que he visto alguna vez>> con solo mirarla se había puesto duro como una roca, granito puro mas bien, tanto que resultaba ser doloroso para ciertas partes de su cuerpo. Pensó removiéndose en el asiento, al parecer esa temporada que prometía ser un desastre acababa de ponerse interesante, o eso esperaba la verdad, ya que acababa de posponer su viaje a Grecia.

- he tomado una decisión Peter, me quedo esta temporada en Londres, tengo la sensación de que la pasare muy bien. –dijo Black esbozando un sonrisa maliciosa.

- bueno pues, me alegro. La verdad es que me moriría de aburrimiento sin ti aquí. Peter sonrío ajeno a los pensamientos de su hermano- la verdad es que tu eres el único capaz de hacer escándalos peores que los míos.

El carruaje se detuvo frente a Blackmoon house, Peter con una sonrisa bajo del coche cerrando la puerta tras el.

-nos vemos luego Ethan – grito Peter y entro a la casa.

- a White`s –dijo Black golpeando con su bastón el techo del carruaje.
***
El carruaje se detuvo suavemente afuera de los escalones de Phoenix house, un lacayo bajo del pescante abrió la puerta y bajo los escalones, ayudando a Ginny a descender del carruaje.

-muchas gracias Tom –dijo Ginny al lacayo.

-de nada milady –dijo Tom.


Deteniéndose en los escalones que conducían a la entrada principal, Ginny contemplo su hogar, después de 5 años no había cambiado mucho, de estilo isabelino, se alzaba en gloria y esplendor, coronada por esculturas de aves fénix y tigres, Phoenix house era una de las casas mas bellas de Londres. La puerta principal se abrió.

-Ginny donde andabas, estábamos preocupados por ti. – Camil bajo corriendo los escalones.

-estoy bien queridita no te preocupes –dijo Ginny.

Camil de 16 años, tenía una belleza angelical, de cabello rubio, ojos azules y mejillas rosadas era la perfecta dama inglesa, detrás de ella bajo Marcela, de 18 años, la intelectual con sus ojos azules piel blanca, y pelo castaño, y la dulce Sahiara de un año. Eran mis hermanas menores, y sobre mis hombros estaba su futuro, después de la muerte de nuestra madre, al dar a luz a sahiara había pasado hacer la nueva duquesa, y tutora de mis hermanas y hermanos, mi hermano mayor Marques de Rochwert, estaba fuera del país por ordenes de su majestad, y Cris de 18 años se encontraba en Oxford, por lo tanto por el momento me tocaba cuidar de ellas sola… o casi sola, pensó mirando a la duquesa viuda descender por las escaleras.

-se puede saber donde te habías metido – dijo  Lady Agatha, mi abuela.

Frunciendo el ceño Ginny contesto.

- se me presentó un pequeño problema de camino abuela – dijo Ginny, acercándose a ella beso sus mejillas.

- bueno ya veo cual fue el problema –dijo mirando detrás mío divertida.- estuviste salvando duendecillos en el camino querida.

- no soy un duendecillo señora, soy una niña –dijo la pequeña haciendo una reverencia un tanto destartalada.

- valla tiene carácter- dijo la duquesa viuda- y dime querida como te llamas.

- Sophie – dijo la niña- aunque no se cual es mi apellido, en el asilo nunca me lo dijeron.

- un asilo, me imagino que te escapaste de ahí verdad –dijo Ginny-Bueno será mejor que terminemos esta conversación adentro con te y pastelitos, tengo mucha hambre y me imagino que Sophie también, allonz.

 - si señora tengo mucha hambre –dijo Sophie sonriendo con entusiasmo.
***
-y como es. –pregunto Cromwell.

-es verdad que su sonrisa opaca el brillo del sol. -Pregunto tomas.

Reprimiendo un suspiro, Black bajo el London times, y miro los rostros de sus ansiosos amigos.

-se puede saber de que hablan – dijo inocentemente.

- o vamos no te hagas el que no sabes, hablamos sobre lady Ginny – dijo tomas.

- todo Londres sabe de tu encuentro en plena calle con ella, los que lo vieron dicen que fue como un encuentro entre el bien y el mal. – dijo Cromwell.

- déjenme adivinar, el mal soy yo. –Dijo irónicamente Black – si y si también, es realmente bella, es… increíblemente bella. – dijo Black recordando su sonrisa.

Sus amigos lo miraron con curiosidad.

- ¿que?, solo digo la verdad ella es muy bella, he inteligente, debe serlo si tiene que portar un ducado por herencia. ¿Se han enterado de algo nuevo? -dijo Black cambiando de tema, por algún motivo que no entendía no quería que hablaran de lady Ginny.

- bueno… -dijo tomas- pues yo supe que hace dos semanas encontraron a tres Lores partidarios de napoleón, amarrados, y con una rosa en la boca de cada uno, ha y casi desnudos. –tomas río.

-¿casi? –pregunto el duque enarcando una ceja.

- si casi –dijo Cromwell- al parecer a los tres Lores solos los cubría nuestra amada bandera.     

Los tres amigos estallaron a carcajadas.

- dios santo –dijo Black cuando pudo dejar de reír- como me habría gustado ver eso.

- al menos ya sabemos de que lado juega Le rose –dijo tomas- hay que admitir que muchos estaban asustados por ella.

- quien hubiese dicho que una mujer podría ser tan peligrosa –dijo Cromwell- la verdad es que me encantaría conocerla.

- yo creo que le rose es el sueño de todo ingles –dijo tomas – o al menos de casi todos –dijo mirando a Black significativamente.

Black no podía dejar de pensar en lady Ginny, en su sonrisa en su cuerpo. Dios esa mujer si que seria el sueño de todo ingles; su forma de caminar, de sonreír de mirar, era una hechicera y Black estaba seguro de que lady Ginny lo había hechizado.

-Blackmoon, menos mal que lo encuentro, podríamos hablar un minuto por favor… a solas.- dijo sir William.   

O no esto no es nada bueno.